Una superpotencia bravía
El lingüista norteamericano Noam Chomsky califica de hipócritas las
razones humanitarias sostenidas por Clinton para atacar Yugoslavia y dice que el
objetivo real es aumentar la autoridad militar de la alianza atlántica.
-¿Qué es lo que esperan la OTAN y la administración Clinton del conflicto
de Kosovo? ¿Qué le diría a la gente que dice "tenemos este enorme drama
humano frente a nuestros ojos? ¿Es mejor que los Estados Unidos hagan algo o
es mejor que no hagan nada"? -Ante todo, les sugeriría que se dejen
de hipocresías. Existe una suerte de hipocresías en las que nos vemos
involucrados cuando los defensores de la libertad y los terroristas reciben
estos rótulos según cuál sea el bando al que está respaldando Estados
Unidos. Si les importan los enormes dramas humanos, entonces les tendrían que
haber importado otros casos, como por ejemplo la República del Congo, cuando
Clinton se negó a enviar 100.000 dólares para las fuerzas de paz tirando por
la borda el esfuerzo de las Naciones Unidas, que podría haber detenido las
gigantes masacres. O Turquía, donde Clinton aumentó la venta de armas al régimen
militar para que pudiera llevar a cabo operaciones muy similares a las de
Kosovo, pero en una escala mucho mayor, con muchos más refugiados y más
ciudades destruidas. Concentrémosnos en esta crisis. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo
la encaramos? Primero, basta de hipocresías sobre preocupaciones humanitarias.
La siguiente pregunta es cómo lo hacemos.
-¿Qué se ganó con los bombardeos? -Analicemos primero cómo estaban
las cosas antes de los bombardeos. Hasta entonces, según el gobierno
norteamericano, alrededor de dos mil personas habían sido asesinadas en ambos
bandos el año anterior y la mayoría de las atrocidades eran atribuidas a las
fuerzas militares yugoslavas en reacción a los ataques a las estaciones de
policía serbias por parte de los grupos guerrilleros. Esta era la situación
antes del bombardeo. ¿Qué hizo el bombardeo? Lo que hizo -para citar las
palabras de Wesley Clark, el comandante general de los Estados Unidos en la
OTAN, dos días después que comenzó el bombardeo-, y era absolutamente
predecible que sucediera, fue provocar una feroz escalada de las atrocidades.
Eso es exactamente lo que sucedió. De todos modos, creo que Clark exagera
cuando dice "absolutamente predecible". Nada es tan absolutamente
predecible. Sí muy probable. Por otra parte, no podían esperar que les tiraran
flores después del bombardeo. Hicieron lo que pudieron. Y lo que pudieron
resultó ser atroz. Por ejemplo, el día antes del bombardeo (y hasta dos días
después), no había ningún refugiado en Albania. Ahora hay más de cien mil.
Estas son consecuencias predecibles del uso masivo de la fuerza. Y hay otras
consecuencias tan graves como ésa. Por ejemplo se destruyó el movimiento
democrático opositor, por cierto prometedor y muy valiente, en Belgrado, que
era un movimiento importante y la mejor esperanza de deshacerse de Milosevic,
que por supuesto es un gángster. Si ésa era la esperanza, ya no existe.
-Si damos por sentado que esta intervención militar está motivada por
preocupaciones humanitarias, y si suponemos, como imagino que usted quiere
suponer, que ésta no es una intervención imperialista clásica, en el sentido
de que no hay ningún interés económico directo que los Estados Unidos tengan
que proteger en Kosovo, ¿cuáles son las razones que explican esta acción
militar? ¿Por qué Estados Unidos interviene aquí? -En primer lugar tomaría
en serio el principal argumento de Clinton, Blair y los demás cuando insisten,
una y otra vez, en que es necesario establecer la credibilidad de la OTAN. Hay
que tomar este argumento en serio. Pero también hay que traducirlo. Cuando
hablan de la credibilidad de la OTAN no están hablando de la credibilidad de
Dinamarca o de Francia. OTAN significa Estados Unidos. ¿Y qué significa en
este contexto credibilidad? Credibilidad significa lograr que la gente se
asuste. Significa que tenemos que asegurarnos de que la gente le tenga miedo a
los que imponen el orden. En el último número de Foreign Affairs, una
publicación del establishment, se habla de la "superpotencia bravía".
¿Por qué los Balcanes? No creo que sea difícil de entender. Hay un concepto
llamado "crisis humanitaria", un concepto técnico que no tiene nada
que ver con la cantidad de gente que muere o ese tipo de cosas. Tiene que ver, más
bien, con los intereses de los ricos y poderosos. Si estos intereses están
amenazados, entonces las masacres pasan a ser una crisis humanitaria. Cuando las
turbulencias y los problemas en los Balcanes pasan a ser una preocupación de
los ricos y poderosos y afectan a Europa y Estados Unidos, se habla de crisis
humanitaria. Esto queda claro a partir de consideraciones históricas, geopolíticas
y geográficas. ¿Qué se debe hacer, entonces? Una posibilidad es apelar a las
Naciones Unidas, como requieren los tratados. Pero los Estados Unidos siempre
dejaron en claro que nunca aceptarán la intervención de ninguna otra autoridad
por encima de sí mismos. Otra posibilidad es apelar a la OTAN que, por lo
menos, está bajo control norteamericano. Pero, en realidad, si analizamos las
deliberaciones de la OTAN, a partir de los comentarios de la prensa y de los
diplomáticos, resulta claro que existe una división. Por un lado, Estados
Unidos y Gran Bretaña; por otro, las potencias continentales. Estados Unidos y
Gran Bretaña están a favor de la fuerza y las potencias continentales se
muestran reticentes al uso masivo de la fuerza, y esta reticencia se vuelve más
intensa cuanto más cerca se encuentran de los Balcanes. Y Estados Unidos domina
la OTAN, eso no es ninguna novedad. Esto tiene sentido si uno piensa que en una
confrontación se juega la carta más fuerte y la carta más fuerte de Estados
Unidos es la violencia.
-¿Cuál es la relación de Estados Unidos con sus aliados industrializados
poderosos como Alemania, Gran Bretaña y Francia, que son, después de todo -
para utilizar la terminología norteamericana- quienes tienen la guerra en su
patio trasero? No se trata solamente de imponer el orden sino de imponer una
suerte de supremacía de una sola nación entre rivales potencialmente económicos
y políticos que ahora se llaman aliados. -Así es. Ya se sabe que la OTAN,
cuando se formó, tenía dos objetivos bien claros: impedir la expansión soviética
y asegurar la dominación norteamericana sobre Europa, en particular sobre
Alemania. Cuando la OTAN se formó la gente se acordaba de Alemania, de que
estuvo prácticamente a punto de ganar dos guerras. No querían correr ese
riesgo otra vez.
-¿A dónde nos ha llevado esto en términos militares? -Mientras el
bombardeo continúe, podemos estar seguros de que la expulsión de la población,
las masacres y otras atrocidades van a continuar. No es una justificación, sino
una alternativa obvia el hecho de que si los bombardeos no se detienen,
Milosevic va a terminar expulsando a toda la población. En ese caso Estados
Unidos podría optar por hacer desaparecer el lugar de la faz de la Tierra. Si
algunos piensan que ésta es una posibilidad exótica, tendría que ir al sur
del paralelo 20 en Vietnam y verán que no es nada exótico. Hay una posibilidad
más optimista y es la que propuso Thomas Friedman en una columna del The New
York Times. Si bien Friedman no es una persona de mi agrado, la suya es una
posibilidad razonable. Consiste en la división del territorio, la esperanza de
que Milosevic acepte el sector norte, que tiene los recursos más ricos y más
bellos, los monumentos históricos, todos los recuerdos, y que les deje a los
albano-kosovares el sur, que es inhabitable. Podría ser una alternativa.
-Usted escribió alguna vez que es un error pensar que la guerra de Vietnam
fue una suerte de desastre para los Estados Unidos. Usted argumentó que, en
realidad, se habían cumplido muchos de los objetivos políticos pensados por
los planificadores militares y políticos norteamericanos en la guerra de
Vietnam. Se refería a la destrucción y a su carácter ejemplificador para
otros países del Tercer Mundo. ¿Se puede decir que estamos frente al mismo síndrome
aquí, que lo que podríamos llamar un desastre podría terminar siendo una
victoria política para Estados Unidos? -Escribí eso sobre Vietnam en los años
70 y hoy estoy aún más convencido que entonces. En estos casos, una
superpotencia con una fuerza militar abrumadora nunca pierde. Siempre gana,
aunque no sea en todos sus objetivos principales. Históricamente fue así. Si
Estados Unidos destruye el lugar, aplasta a Yugoslavia e impone sanciones
durante un número indeterminado de años -para que lo que quede de Yugoslavia
se termine pareciendo a Irak- será una victoria. La credibilidad de la OTAN
quedará establecida. Vale la pena leer el último número de Foreign Affairs,
donde se publica un artículo de Samuel Huntington, un analista político de línea
dura. Huntington advierte en términos pragmáticos que Washington emprendió un
curso peligroso. Afirma que la mayor parte del mundo ve a los Estados Unidos
como una superpotencia bravía, como la mayor amenaza para su existencia. Esto
probablemente sea cierto, pero es interesante oírlo de esa fuente.
-Desde la guerra de Vietnam, los presidentes estadounidenses se mostraron
reticentes a comprometerse en actividades militares que pusieran en riesgo la
vida de soldados norteamericanos. Temían la reacción de la sociedad, que se
les volviera en contra. No había que enviar a los soldados norteamericanos a
morir. De hecho, hasta en la guerra del Golfo, el número de víctimas fue muy
bajo. ¿Usted cree que esta guerra va a romper ese patrón? -La estrategia
militar norteamericana es utilizar una fuerza abrumadora para impedir cualquier
amenaza para los soldados norteamericanos. Esta es una de las razones por las
que Estados Unidos se autoexcluye de participar en las misiones de paz. Y se
supone que esto responde a la voluntad popular. Pero yo pienso que la población
está tan dispuesta a aceptar las bajas como lo estaba en la Segunda Guerra
Mundial. La cultura no cambió. La población no está dispuesta a tolerar la
violencia, el terror y la agresión sólo cuando no le ven ningún sentido
moral. En la Segunda Guerra Mundial veían un propósito moral y por eso estaban
dispuestos a aceptar las bajas que fueran necesarias.
-¿Pero la guerra de Vietnam no cambió eso? -Si existiera la posibilidad
de que les ofrecieran una excusa humanitaria creíble que justificara esta
guerra, entonces probablemente no se preocuparían por las bajas. Pero los
expertos saben que estos argumentos se van a desvanecer rápidamente. Cuando se
usa la fuerza, la gente, en el corto plazo, sale enseguida a hacer flamear la
bandera. Y algo de eso es lo que está sucediendo ahora en Belgrado. Pero, en el
largo plazo, este sentimiento se desvanece y la gente empieza a pensar por qué
estamos acá, por qué estamos haciendo las cosas así, por qué estamos
causando tantas muertes. Probablemente también haya razones técnicas para
rehuir el combate terrestre. No soy un experto militar, pero según los informes
de los expertos militares, especialmente europeos, al parecer resulta técnicamente
muy difícil que entren las tropas a Yugoslavia. Llevaría meses organizarlas y
finalmente acabarían atrapadas en una guerra de guerrilla probablemente
interminable.
(c) The Nation, 1999.